CAPITULO XVII
De chico quería menguar, no conocía ese verbo específicamente, pero sabía que quería encogerme para poder entrar en mis juguetes. Y así, mágicamente, los autitos arrancarían, el barco portaaviones cruzaría todos los mares, y la escopeta de doble cañón les volaría la cabeza a mis enemigos. Tan solo con pensar en pequeñeces como ésta, el mundo se tornaba un lugar más agradable.
Ahora, en este tiempo, en esta tierra, la gente de la ciudad caminaba de un lado a otro. En el centro, me encontré sentado en un banco de plaza, sin saber a qué parte mirar, notando que era un blanco fácil de cualquier mirada. Como casi siempre, Celeste estaba a mi lado, acompañando otra tarde en mi vida.
Traté de recordar un cuento que había leído llamado La “cosa” de Fitz James O´Brien, pero fue inútil. Y el título no me ayudaba tanto a revelar su contenido, más allá de deducir que era un cuento de terror. Quería saber más que nada, si yo podía ser capaz de relatar un cuento de manera oral, si encontraba en primer término alguien que se propusiera oírme. Me parecía algo difícil, cualquiera de las dos cosas, pero tenía en mente los especiales de Noche de Brujas de los Simpsons y dentro de mi imaginario estaban los disfraces, y las historias de horror que se hacían realidad en esa misma noche. Despertaba mi curiosidad lo perturbador que podía llegar a ser.
- ¿Sabés que tengo la sensación de que este mundo es irreal? – le pregunté a Celeste.
- Irreal, ¿cómo?
- No sé, que puede ser otra cosa, aparentar otra cosa.
- Como Matrix.
- Sí, me encanta esa película. Pero la verdad es que es todo tan raro. Al menos a mí siempre me pasan cosas raras, así que tiene algo de sentido lo que estoy pensando. O, tal vez, es una intención mía la de que el mundo sea algo irreal.
- ¿Un mundo fantástico querés decir?
- Sí, exactamente eso.
- Sería genial.
- Aunque sea solo una invención mía, o nuestra.
- ¿Tenés ganas de crear un mundo fantástico?
- Un mundo fantástico. Claro. Pero hay que pensar en quienes van a habitar ese mundo, porque tiene que haber de todo, hasta lo que odiemos.
- ¿Va a haber personas como nosotros?
- No sé, puede ser. Creo que sería mejor que no lo decidiéramos ahora, sino que surja después. Primero hay que explorar este nuevo mundo fantástico, para ver cómo es, y cómo hacemos para adaptarnos, no puede ser tan fácil, debe haber complicaciones como en todo.
- ¿Cómo lo llamamos?
- … no se me ocurre nada… Felpa.
- Ese nombre está bien. Fácil de recordar.
- Y nuestra misión va a ser encontrar vida en este nuevo mundo fantástico llamado Felpa.
- Tenemos mucho que hacer. Vamos.
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¡Jajaja, me encantó lo del nombre, Felpa! Se va tornando más interesante la historia, estoy al pendiente como siempre. Un saludo.
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