CAPITULO VII
De las historias que imaginaba no escribí ninguna, no tenía ganas de sentarme frente a un papel en blanco. Algún que otro día escribiría algo, no tenía apuro.
Sin darme cuenta, la semana había pasado y me encontraba nuevamente en el pool, aguardando a que apareciera aquella chica de cabello rubio. No la había visto en la escuela los últimos días, por eso estaba seguro de encontrarla en el único lugar donde habíamos hablado.
Me senté afuera y miré hacia ambos lados durante un buen rato. Por suerte, apareció. No pude evitar sonreír al verla, siempre me castigo por no reprimirme cuando más debo hacerlo.
- ¿Dónde te metiste todos estos días?
- Anduve por ahí.
- ¿Entramos?
Ninguno de los dos había ido solo, sin embargo, nos sentamos aparte y hablamos.
- ¿Cómo te llamás?
- Celeste.
- El otro día me olvidé de preguntarte.
- No hablamos mucho esa vez.
- No soy muy… conversador.
- Pero conmigo hablás. Contame algo de vos.
- No me gusta hablar de mí, no sirvo para las presentaciones.
- No te gusta jugar al pool, es lo único que sé de vos.
- A vos tampoco te gusta, y eso también es lo único que sé de vos.
- Bueno, pero decime algo que te guste hacer, cualquier cosa.
- … escribir cuentos… boludeces, nada importante.
- Nunca conocí a nadie que escribiera. Y debés leer un montón, me imagino.
- La verdad que no, leo poco, siempre los mismos libros.
- Yo tampoco leo mucho. ¿Y qué música escuchás? ¿Te gustan los Stones?
- Sí.
- A mi me encantan.
- ¿Cuál es el disco que más te gusta?
- Creo que “Aftermath”. Me gustan la mayoría. Empecé con “Bridges to Babilon” y después fui consiguiendo todos los otros. Casi todos.
- A mí el que más me gusta es “Their Satanic Majesties Request”, supongo que porque es el más raro, el que más me llamó la atención. No tiene mucho que ver con los demás.
- Tenés que ser fanático para que te guste ese disco.
- No, creo que me gusta porque tiene canciones raras, como la de Bill Wyman. El tema que más me gusta es She´s a Rainbow.
- Sí, es relindo ese tema.
Conocí algo más de ella, empezando por su nombre. Fue una linda noche. Cuando regresé a casa aún no podía creer que me hubiera sucedido a mí. Aunque sabía que era muy pronto proyectar el futuro, confiaba en que resultaría algo bueno de todo esto. A decir verdad, confiaba en las personas, estaba tan resignado con la vida que ya no me importaba lo que sucediera conmigo.
La mirada de Celeste me daba bastante calma. Ella era distinta a mí, pienso que era feliz. Pero no era tonta, y eso me consternaba, porque creía que las personas inteligentes nunca eran felices, sino que siempre tenían problemas. Pese a ello, si había una cosa que había aprendido por ir a la escuela, era que mi inteligencia no era como pensaba, sino que por el contrario, se había convertido en algo obsoleto.
Esa noche, al fin escribiría, inspirado por Celeste o porque no tenía sueño ni nada mejor que hacer. Lo primero que vino a mi mente fue un título: Morboso centinela. Primero inventaba los títulos y a partir de ahí, imaginaba una historia. El título me servía de punto de inicio para la improvisación, porque todos mis cuentos eran el resultado de la improvisación. Terminaba un párrafo y no sabía como empezaría el siguiente. Pero luego de toda una noche daba por finalizada una historia. Miraba hacia fuera, hacia la calle, veía comenzar un nuevo día cuando yo apenas terminaba el anterior. Estaba cansado y con sueño, arrepentido por haberme quedado despierto pero complacido por lo logrado.
sábado, 4 de julio de 2009
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