Un Poema Casi Inventado

martes, 23 de noviembre de 2010

3

No me acuerdo si el último verso era así, pasa que lo copié mal, pero no importa, puede ser otra opción.

3

¿Qué quieres que te pregunten cuando lees?
Yo no tengo la verdad, no me preocupo por ella.

El mejor momento no es bueno.
Pero supera a los anteriores.

Éxtasis, en el presente, éxtasis,
Es eterno su final y muere.
El día y la noche lo atestiguan, dan otro impulso para que no termine.
Ahora es imperiosa la caída, la altura es mayor y más agradable el descenso.
Antes no pudo haber sido mejor, no habíamos subido lo suficiente.

Las paredes del encierro no hacen nada para evitar los golpes.
Los animales defienden su territorio luchando con todas sus fuerzas.
Y yo guardo mis secretos.

Mi conciencia acepta al bien como al mal, y logra distinguirlos.

Las supersticiones se interponen, no puedo hacer el bien cuando no puedo hacer el mal.
Necesito espacio.
Reparo los errores de la naturaleza y aprendo de ellos,
Y cuando trato de mejorar, el tiempo se acaba y muero, y la naturaleza muere y me muestra su debilidad.

Con mis manos toco mi cuerpo y no envidio a la humanidad,
Lo peor no queda en mí sino en los hombres, luego seré peor como ellos.

Hoy no siento dolor, escribo.
Ella jamás espera que regrese porque nunca me voy, sigo a su lado.
La cama la despeina, la dejo dormir el tiempo que no me quiere.
¿Al despertar leerá los poemas que escribo?

jueves, 18 de noviembre de 2010

2

Hace calor y va a llover...

2

Pronto lloverá y no me preocupa,
Porque la lluvia no puede tocarme.

Los vientos que abren mi ventana
Contienen la energía que debo observar,
Sentado en un rincón, con poca luz, con la oscuridad que necesito.

Esperando por mí,
El rostro en mi espejo no conoce las palabras, se cubre de humedad y limpieza.
Las voces de las personas allí afuera, con alegría, con insultos, con gritos.
Me reconforta escuchar esas voces que atraviesan mis oídos.
El sonido de los autos puede taparlas, las hace misteriosas, interesantes.
La caída de los árboles, de sus pájaros y de sus nidos cuando son derribados.
Las calles mojadas que nunca se secan por las noches, salpican los pantalones de las mujeres.
La gente habla, ellos me hablan y no me interesa, quiero escuchar sus voces.
El sonido de las voces.

¿Puedo convencerte de algo?
¿Por qué debo convencerte de algo?

Si lees hojas en blanco todos los días y todas las noches.
Acaso podré darte mi vida y darás mucho por ella.
Aceptaré lo que me des, lo invertiré en palabras.
Luego te dejaré tomar las hojas en blanco, las disfrutarás porque no podrás dar mi vida por ellas.
Comprenderás que tu vida es importante para mí.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Arañas sangre 1

Hace más de 5 meses que no posteaba acá, y me da lástima dejar este blog, lo que pasa es que no seguí escribiendo esta historia, pero a no desesperar, lo haré en un futuro no muy lejano, mientras tanto voy a ir publicando algunos poemas que tengo. El libro que recopila estos poemas se llama Arañas sangre. Espero que sea un buen retorno. Y no digo más.

1

Me veo al espejo.
Sobre el vidrio húmedo las gotas recorren caminos imperfectos.
Respiro en el agua y no puedo morir,
Continúo practicando y no puedo lograrlo.
He abandonado mi fe.

Creí en un Dios que dejó de estar entre nosotros, ha cambiado.
Hay un nuevo Dios, pero yo no tengo fe en él.

No quiere que muera,
No permite que entre el agua a mis pulmones.
El antiguo Dios lo hubiera permitido.

lunes, 3 de mayo de 2010

XXVII

CAPITULO XXVII

Formo parte de una intriga. Llevo puesto un buzo de Iron Maiden, con los Eddies de todos los álbumes, como la tapa de Best of the Beast. Y veo a alguien como yo, parecido, igual, dándole forma a un barco de papel. Otra vez el barco. El mismo, porque no es otro, no es distinto al que yo cree. Regresó a mí, renacido en manos de un doble, creado frente a mí, para que lo proteja, como debí hacer anteriormente.
Aquel doble, en el que no quería reconocerme, dejó el barquito de papel sobre una vereda frente al colegio. Y se fue, sabiendo que cumplía con su objetivo, y que su objetivo era solamente yo. Fui hacia él, hacia el barco, lo tomé con mi mano derecha y comprobé, con placer, que era el que había nacido de mi habilidad esquiva. El papel ya estaba algo manchado de humedad, como si hubiese permanecido en la calle, sin que a nadie le llamara la atención.
De alguna forma, podía volver atrás si lo quisiera, podría remediar mis errores sin siquiera arrepentirme. Porque al recuperar algo perdido, tenía una nueva oportunidad para rehacer. El barquito fue el ejemplo también de que ya no gobernaba mi vida. Las cosas se daban de manera inevitable, y ahora reiterativamente, insistiendo sobre mí ciertos elementos a los que no presté importancia en un principio. Estoy siendo demasiado amplio con mis explicaciones. Lo que quiero decir es que no puedo dejar de lado lo que me perturba, todo aquello que rasca mi piel hasta sangrar, porque todo vuelve hacia mí, magnéticamente me persigue y me alcanza. Me veo obligado a hacer de mí lo que detesto. No hay opciones, hay salidas pero no agradables. Seguir el camino misterioso es todo lo que puedo hacer, y ver qué sucede en adelante.

jueves, 22 de abril de 2010

XXVI

Capítulo XXVI

Con mi barquito de papel me preparé para ir a ver por primera vez a Almafuerte, tocaban en el club Huracán, presentando el disco “Piedra libre”. Una canción de ese disco causó cierta controversia al contener en una de sus estrofas una frase de Seineldín, pero otra frase guardé de ese disco, “eso sí que es triste”. Tomada de la versión que hacían de un tema de Cuchilla Grande, un grupo uruguayo.
Quien decía que tal o cual cosa “es triste” era Goga, el hermano del Hipo. Con él y otros metaleros fuimos a ver a Iorio, a Marciello y al baterista nuevo Bin Valencia. Si mal no recuerdo, aunque creo que sí recuerdo muy mal, nos juntamos en su casa para salir al recital. Goga tenía varios dibujos sobre la mesa, y el que más me llamó la atención fue uno que mostraba una casa y un pájaro sobre una de las ventanas. Esto originó una ligera discusión acerca de la vida del pájaro. Yo decía que estaba muerto y él defendía la vida plena del pajarito. Ciertamente, no había indicios en ese dibujo que probaran fehacientemente ninguna de las dos posturas, por lo tanto, la discusión solo se basó en conjeturas. Y así siguió por un tiempo hasta que el pájaro finalmente murió, o desde mi punto de vista, reiteró exageradamente el instante de su muerte, cayendo al piso dibujado, esa humilde línea trazada con un lápiz HB.
Fue un momento incómodo para todos. Sin embargo, lo olvidaríamos más tarde, de la mano de Almafuerte. Nos tomamos un remise para llegar al club, pero no bajamos en la puerta sino en la esquina, porque al parecer, ir en remise a ver a Almafuerte podría verse medio careta.
No entendí mucho de todo lo que hablaba Iorio porque el sonido no era el mejor, por supuesto. Aún así siempre es una experiencia agradable escuchar ese grupo. Y sentir el olor a choripan que había ahí adentro. Lo más grande del heavy nacional. También me llevé de esa noche metalera un codazo en la parte central superior de mi cabeza, y un tipo enorme que me decía “uuuuhhh, perdoname”. Una hora y media que no fue en balde. Tanto fue así que olvidé completamente mi barquito, de hecho lo perdí, y no tardaría en extrañarlo.

jueves, 8 de abril de 2010

LIBRO TERCERO

CAPITULO XXV

Como un sueño o como una pesadilla, pero nunca como algo real. Así recordaba las cosas o así sucedían realmente. Es difícil entender lo que pasó en mi cabeza y en la de los demás, ¿por qué no? También ellos contribuyeron al terror. Cuando caminaba solo por la calle un chico se me acercó y me preguntó hacia donde iba, le dije que a la escuela, y no le dije nada más. Empecé a caminar más rápido, notando que él no podía hacerlo. Aún era temprano para entrar a clases, no había casi nadie afuera, por eso me senté en un escalón de la entrada y saqué una hoja de la mochila. Con ese papel me aventuré a hacer un barquito de papel, forzando a mi memoria a recorrer los pasos.

Plegar una hoja por la mitad. Teníamos lengua y literatura, y por alguna razón nos pusimos a ver The Wall, una película que había visto de chico varias veces y de la cual recordaba siempre la escena en la que el protagonista se ve hecho de gusanos. No entendía si los gusanos cubrían su cuerpo o si era un hombre enteramente compuesto de gusanos. De cualquier forma era repulsivo. Doblar y desdoblar la hoja al medio.

Hacer coincidir A con B. Repetir el paso con C y D. La profesora dio una introducción muy desacertada acerca de Pink Floyd y esta película. Explicó que Pink Floyd era el nombre del cantante y fundador de la banda y que en The Wall se retrataba su vida, o algo así fue lo que llegué a entender. Sospecho que alguien le habrá dado esos datos erróneos con la intención... con la intención, bueno, con intención. Levantar una sola hoja de la parte sombreada. Dar vuelta la hoja y repetir el paso anterior. Inesperadamente yo dije que Pink y Floyd eran unos músicos de jazz y que la banda había tomado el nombre de ellos, creo que también agregué que el creador del grupo se llamaba Syd Barrett. Luego me imaginé a Syd Barrett esperándome en la puerta de la escuela para agradecerme por haberlo recordado. Meter la hoja sombreada entre el triángulo y la hoja de atrás.

Repetir el paso 6 con todas las esquinas restantes. La profesora no hizo caso de mi agudo y sobresaliente comentario, pero no me importó porque Syd Barrett aguardaba en la puerta. Y, como había predicho, él estaba en la puerta. Me preguntó que hacía con una hoja doblada en mi mano, le conté que intentaba hacer un barquito de papel. Así nos queda el triángulo. Se mostró muy interesado. Nos fuimos caminando tranquilamente con la atención puesta en la embarcación. Abrir por debajo como si fuera un sombrero... y juntar el punto A con el B. No había envejecido nada, mantenía su cuerpo y su espíritu de fines de los sesenta. Era lo más cercano a un póster que había caminado conmigo en la vida. Quedará un rombo con estas lineas. No le pedí que cantara ninguna canción. Levantar la punta A y hacerla coincidir con la B. Tampoco le pedí que me contara alguna anécdota difícil de creer. Girarlo y levantar la otra punta. Era un artista extraño, y a mi me conmovía gratamente su aparición. Solo con nombrarlo se hizo presente. Quedará un triángulo como este. Me confesó que le daba gusto ver como terminaba mi barquito. Era una alegría enorme. Se vuelve a abrir por debajo, como si fuera un sombrero, y juntamos A con B. Pronto podría surcar aguas desconocidas con él. Abrimos la figura que nos queda, tirando de los puntos naranjas hacia fuera.

Hubo tiempo para encender un cigarrillo, para hablar de música, de arte y de muchas cosas bellas de la vida.

domingo, 17 de enero de 2010

mujeres desnudas con cara de drogadictas

Si le hubiera puesto ese título al blog seguramente sería super exitoso (risas).

Aquí terminó este segundo libro o lo que sea. En un tiempo cercano la historia seguirá por rumbos desconocidos hasta por mí. Por eso, me voy a internar a un tanque de YPF para continuar escribiendo, eso.

IT.

Saludos a todos.

Hernán.