Un Poema Casi Inventado

martes, 18 de agosto de 2009

XVIII

CAPITULO XVIII

Son las 3: 53 p.m. y todo va desapareciendo. Me refiero a que todas las cosas que vemos tienen una existencia brutalmente efímera. Caminamos por una gran pradera verde y pacífica que solo podemos contemplar al avanzar siempre hacia delante, porque al mirar atrás no vemos más que el blanco de la nada, y luego nos miramos comprendiendo que debimos haber traído una cámara de fotos. Aún así, una simple fotografía solo nos haría creer por algunos instantes que de verdad caminamos por allí. La nostalgia era fuerte en ese sitio, porque no existía forma de regresar. Lo mejor era avanzar rápido y hablar mucho para así no poder disfrutar del paisaje, y no extrañar al dejarlo atrás.
- Ahora me gustaría estar en esas hamacas de la plaza – comentó Celeste algo preocupada.
- Sí, las cosas mueren muy rápido acá. Es una lástima que todo sea tan lindo.
- Yo trato de no ver pero es imposible. ¿Cómo hago para dejar de ver esto?
- Es muy triste este lugar. Hasta extraño reírme.
- Es verdad. Hace mucho que no nos reímos de nada.
- Nos estamos poniendo serios y tan solo por querer explorar un nuevo mundo. No deberíamos tomarnos tan a pecho este viaje.
- A mí lo que más me inquieta es saber si hay vida.
- Algo vamos a encontrar; no te preocupes.
La música tiene que venir de alguna parte. Cuando pensamos en eso vimos a un costado de nuestro camino una construcción. Y a medida que nos acercábamos, ésta aumentaba en sus dimensiones. Los muros eran de 2, 50 m de alto pero se extendían a lo largo por más de 100 metros, o al menos esa fue la medida que supusimos más cercana. Encontramos la forma de entrar, sin embargo, a los pocos pasos nos dimos cuenta de que no debíamos ir más lejos. Se trataba de un laberinto. Y la música venía de su interior, una invitación agradable. Consistía en una balada, tocada en las cuerdas de vaya uno a saber qué instrumento.
Sentí frío en mis brazos. Ella me despertó de un sueño, justo en el momento en que la exploración daba algunos resultados. El sol brillaba fuertemente y lastimaba mis débiles ojos. Me corrí a un costado, donde la sombra de un muro le dio tiempo a mi vista para acostumbrarse. Y sin moverme de ahí, oí una música que parecía provenir de detrás del muro. Eran unas cuerdas que no podían silenciar los gritos de personas que se herían entre sí.

lunes, 17 de agosto de 2009

Problemas Técnicos

EL DIA QUE CONSIGA UNA COMPUTADORA QUE TENGA PUERTO USB VUELVO A POSTEAR.

ESO QUIERE DECIR EN EL AÑO 2345.