CAPITULO III
Un día de los primeros de marzo dieron inicio las clases. Veía otra vez las mismas caras y los mismos cuerpos, pero era reconfortante comenzar sabiendo que sería el último año.
La escuela estaba ubicada a pocas cuadras de la costa, en un barrio de calles angostas donde sólo podía pasar un auto por vez. Era un lindo barrio para caminar y pasear un perro.
Llegué temprano, al parecer. Entonces vi como mis compañeros aparecían uno por uno, con una mezcla de resignación y entusiasmo. Las primeras en llegar fueron Ataque y Anabella. Ataque era Florencia, pero como le gustaba Ataque 77, era más cómodo para todos llamarla Ataque. Era alta y culona, aunque no era gorda, y caminaba con tan poco ímpetu que parecía como si no tuviera ganas de vivir. Su amiga Anabella era tan alta como ella y en contraste con el cuerpo de Ataque, no tenía culo. Sin embargo, tenía un par de tetas grandes y bien duras para compensar, las cuales eran lo único por lo que debía sentirse orgullosa.
Nos saludamos y nos quedamos los tres parados sin decir nada, pero sentía que de alguna forma ellas dos se comunicaban.
- ¿Se hablan por telepatía? – les pregunté y ambas se rieron. Podía ser cierto que así fuera.
Luego fueron llegando los demás. Andrea, una petisa endemoniada y falsa con muy pocas tetas, por lo que había que conformarse viéndole sus lindos ojos azules. Junto a ella venía Cristina, su amiga inseparable. María, una especie de Britney Spears encogida con una cola muy linda.
Con ellos solía juntarse otro de mis compañeros, Juampi, que vivía muy cerca de la escuela y estaba enamorado de Hitler, o como él solía decir, admiraba el imperio que había formado.
También aparecieron Sergio y Lui, quienes eran con los que más me hablaba. Con Sergio nos conocíamos desde que empezamos la secundaria, él venía de Uruguay, pero eso a nadie le importaba, no podía llamar la atención proviniendo de aquel país. Era para nosotros totalmente intrascendente. Otra cosa que sabíamos de él era que vivía lejos, y esto resultaba en un tema de conversación recurrente para cualquiera que hablara con él. Eso y la selección uruguaya de fútbol dando lástima. Ni yo ni nadie había ido a su casa, es que en verdad quedaba lejos. Además, de tanto repetirlo las distancias aumentaban.
En una bicicleta playera andaba Lui, sólo nosotros lo llamábamos así, Lui acentuado en la “u” y quitándole la “s” final a su nombre original. Era una especie de gurú de la paz.
Hugo y T-1000 no llegaban juntos a la escuela pero eran vecinos de la misma calle. Hugo tenía la nariz grande y era fanático de Babasónicos, aunque lo primero no era relevante para lo segundo, eran las dos cosas que necesariamente debían destacarse en él. A su vecino T-1000, solo se lo podía ver con el casco cuando conducía su moto, siendo aquello una protección innecesaria para él, teniendo en cuenta su contextura de metal líquido. Al parecer, había perdido las esperanzas de retornar a su tiempo y tan sólo se conformaba con, alguna vez, regresar a Buenos Aires, ciudad que vio por primera vez al ser enviado del futuro para asesinar a Sarah Connor.
En último término había llegado Juan Pablo Stefancik, apodado “Hipo”, debido a sus habilidades equinas a la hora de jugar al fútbol. Otro sobrenombre que tenía era “El Drogón”, pero era más común decirle Hipo. Era el cantante de una banda punk y un ser humano inmaduro, terrible y simpático. Un engendro fumado de la naturaleza.
En definitiva, prometían un entretenido espectáculo para todo el año.
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jajaja nos reimosss mucho!! muy buenooo ahora entendemos por que siempre estabas tan callado!! que observadooooorrrr!!!!! besoss cuidate suerte nos vemosssss!!! (te vancamooosss gracias por no incluirnosss) julia y nancy jeje
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