CAPITULO XXIV
Sentí que alguien corría detrás de nosotros. Un ruido de zapatos. Del mismo hombre del comienzo de nuestra aventura en Felpa.
- Qué bueno que los encuentro – nos dijo.
- Seguimos a la mujer hasta el cementerio – se apresuró a decir Celeste – pero no pudimos saber qué la hacía ir allá.
- Una parte importante de su familia descansa ahí, pero ella no se detiene a ver las lápidas. Mi esposa tiene una enfermedad incurable, y últimamente ha dejado de tratarse. Sé que a ninguno de los dos nos gustaría tener que sobrevivir al otro.
En Felpa, las personas también pensaban en cosas como el suicidio. Todo eso era muy angustiante. Estar allí no nos producía ya satisfacción.
- Quiero salir de acá – dijo ella pero lo pensamos los dos.
- No sigamos la luz esta vez.
- ¿Para dónde vamos?
- Busquemos la noche, puede ser que nos saque de este lugar.
Hubo una reunión en la casa del Hipo, creo que yo estaba ahí. No tengo noción del tiempo real de esa noche, recuerdo que había comido hamburguesas, que tomé mucha cerveza, que dije varias estupideces y varias veces vomité. Luego de eso, quedé tendido en el piso del baño, y no podían abrir la puerta porque mi cabeza lo impedía. También recuerdo que no me importaba.
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Siempre borracho ese joven, espero que no esté basado en algún personaje real, como el que lo escribe eh, jajaja. Un saludo.
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